lunes, 15 de febrero de 2010

No te quiero. No te odio.
Me quedaste pendiente.
Sos mi pregunta de lo que podría haber pasado...
De lo que podría haber pasado si...
De lo que pudo haber pasado las miles de oportunidades casuales que me dió la vida para arreglar mis errores... y lo único que hice fue empeorar las cosas.
No sé quien actúa... No sé si es mi ego, no sé si es mi orgullo... No sé que es lo que no me deja, cual es esa parte de mí que no me lo permite...

No me importa que tan o tan poco perfecto sos. No me importan tus defectos. No me importa si actuabas diez puntos, y ahora actuás diferente. Lo que me pasa no tiene que ver con vos. No sos vos el problema.
El problema es que no puedo superar el momento de levantar la barrera. No puedo evitar poner obstáculos. No puedo evitar inventar complicaciones donde no las hay, solamente para dificultar que las cosas pasen.
No me importa si vos ayudaste a que eso pase. El enojo es conmigo. El enojo es no poder controlar mis acciones. Es impotencia y miedo a no poder cambiarlo y seguir siendo así.
Seguir siendo... una... una... ni siquiera sé lo que soy.
Y no está bueno. Me cuesta reconocerme en el espejo. Me cuesta encontrarme en esa persona que se refleja ahí. Me cuesta encontrarme cuando leo las cosas que escribo. No sé de donde salen esos pensamientos, pero te aseguro que no son los de la persona que yo conocía un año atrás.

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