Se es lo que se es

Los humanos somos seres contradictorios. Y menos mal que lo somos.

Algunos tildan a las contradicciones de hipocresía. Que básico.

Las crisis representan evolución, superación. Si tendríamos siempre las mismas convicciones, no seríamos personas seguras; seríamos simplemente mediocres.

El mundo está divido por dos tipos de personas: Los que toman las riendas de su propia vida, y los que dejan que la vida decida por ellos.

A los del segundo grupo, dejenme decirles algo.
No es la vida la que lo está resolviendo todo. Somos nosotros. Somos los que encontramos el coraje, que muchas veces ni siquiera tenemos, y nos jugamos por lo que queremos. Ustedes, sólamente sufren daños colaterales.

Hay personas que tienen la convicción de que ser felices está mal. Y sentir alegría les da culpa.
Y viven dejando pasar todas y cada una de las oportunidades que les presenta la casualidad. Simplemente por no creerse merecedores de ello.

Me seducen los silencios

Me resulta fascinante y absolutamente único el modo en que se comportan las personas ante un silencio.
Mucho más único que una oración, que una palabra, y hasta que un sonido. Porque es irreproducible, y completamente auténtico.

Siempre suelo sentirme más atraída por lo abstracto...

Los silencios tienen ese no sé qué que permite conocer más al otro.

No me refiero a los momentos de incomodidad. No me refiero a la falta de pensamientos para compartir.
Me refiero a esos instantes en que el aire pesa, y las palabras sobran.

Creo, profundamente, que compartir un silencio es algo mucho más íntimo que compartir una conversación.

Porque mientras las palabras describen, los silencios transmiten.