lunes, 8 de febrero de 2010

No es que esté maliciosa. Sino que siempre tuve mucha suerte... Siempre las cosas me resultaron fáciles, llegaban solas, sin ningún tipo de esfuerzo... me salían bien.
Desde chiquita que mi mamá me decía que no podía creer la suerte que tenía.
"Vos tenés un ángel", me decía.

Ya no lo tengo más.
Y me mal acostumbré. Ése es el problema.

O crecí, no sé.

Me invade el miedo de pensar que si elijo algo, estoy perdiendo otra cosa...
Me invade el temor de saber que me voy a arrepentir...
Me invade la inseguridad de pensar que siempre estoy equivocada...
Me invade la neurosis y el pájaro carpintero que retumba en mi cabeza, pensando en todas aquellas elecciones equivocadas que hicieron que hoy no tenga mucho de eso que me encantaría tener.

Sentir impotencia es horrible.
Sentir que me doy cuenta tarde de las cosas es peor...

Pensar en "Si hubiese actuado de otra forma, hoy las cosas podrían ser diferentes".
Pensar en ése segundo, una milésima de tiempo, en un punto específico del universo, en que tomé un rumbo en lugar de tomar otro.
Ésa decisión... derecha o izquierda... me cambió la vida.

Doblar a la derecha, no me hizo una persona nueva. Pero me sentenció a dos días de autoreproches, pensando: "Tendría que haber doblado a la izquierda..."

Más allá de lo que hubiese pasado... Simplemente para dejar en paz mi conciencia.

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