martes, 11 de mayo de 2010

Ya lo entendí. Ya me dí cuenta de qué fue lo que pasó.
Me equivoqué. Quise cambiar, y no era eso lo que tenía que hacer.
Porque a vos la que te interesaba era yo. Y por mi forma de ser. Y por ser distinta. Por no poder descifrarme, y porque nunca hacía lo que esperabas. Por mi espontaneidad (o la falta de ella) que hacían que constantemente te sorprendas.
Y yo en lugar de aferrarme de eso, me dejé llevar por lo que me decían. Por que ser tímida es un defecto, por tener que ser menos racional y más instintiva, por que mi pensamiento respecto a lo que es ser una dama era erróneo...
Y aún yéndome a extremos, como algo que puede llegar a ser tomado como un desprecio. Sabías no malinterpretarme y me decías que hasta eso te gustaba. Y ¿Por qué me ibas a mentir?
Me equivoqué yo, una vez más, por no quererme como lo merezco. Por creer que ser más como los demás y menos como yo misma, está bueno. Porque quise tener el control de la situación en lugar de dejarlo fluir. Y, más específicamente, porque lo quería demasiado...

2 comentarios:

  1. A r r i e s g o:
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    No. Lo que pasó es que hay gente que nos elige y gente que no. Y no deja de elegirnos porque un día dijimos algo, o porque dejamos de decirlo; no deja de elegirnos porque la luz era muy fuerte o porque teníamos un kilo de más: simplemente hay gente que no nos elige. Y que elige a otro.

    Aunque tal vez yo me equivoque y vos tengas razón.

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  2. Jaja yo advertí que soy demasiado racional, y que tengo la necesidad de entender todo...

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