viernes, 18 de junio de 2010

Las personas tendemos a esperar que el otro actúe de la misma forma en que lo haríamos nosotros. Y cuando ésto no pasa, nos decepcionamos.
Objetivamente, sabemos que no funciona de esa manera. Sin embargo, como todo, cuando nos sucede a nosotros es más difícil de manejar, de ver, de sobrellevar... de finalmente aceptarlo. De entenderlo como una limitación del otro. Suya. No algo que se nos hace a nosotros.

Abrir la mente cuesta...
Aceptar que debemos abrirla... cuesta más.

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